Cuando aprendemos siempre podemos escuchar dos respuestas: bien, con la que simplemente te sientes satisfecho o mal. Dependiendo de la respuesta, nos causará una sensación u otra. Esto quiere decir que si estamos en clase y el profesor te pregunta señalándote a ti algo que no te sabes y respondes mal, la respuesta será no y preguntará a otro compañero, que acertará y encima se burlará de ti. Esto en la realidad pasa, gracias al maginifico sistema de educación que tenemos. Mientras que si tuviesemos profesores que apoyan la neuroeducación esto hubiera ocurrido de otra manera: para empezar, el alumno no sería señalado; la respuesta del profesor no seria un no rotundo, sino preguntaría a otra persona si alguien puede añadir algo a esa respuesta; y aunque la burla del compañero no dependa en su totalidad del profesor, este evitaría este comportamiento.
No solo son estas emociones las que nos rodean en el aula. Hay otras que no dependen de los profesores, ya que estos son obligados a enseñarnos a leer con cuatro años. Hay niños que a esa edad son capaces de leer pero hay otros que no. Años atrás el colegio no se empezaba hasta los seis, por lo tanto no aprendías a leer hasta que no llegabas a esa edad. ¿Y qué pasa por adelantarlo solamente dos años? Para los alumnos que no tienen dificultad, no pasa nada, genial porque se le está enseñando al ritmo adecuado. Pero hay otros alumnos que con esa edad son incapaces de hacerlo y por lo tanto su autoestima, al ser siempre la respuesta no (o en este caso muy mal leído), va bajando y así hasta que deja los estudios con 14 años porque no podía "dar más de el mismo", cuando en realidad si podía, pero a un ritmo más lento.
El problema de leer, no solo genera una baja autoestima, sino que también te produce estrés al no poder hacer algo en un determinado momento. La neuroeducación explica como esta situación hace que asociemos el estrés desde una edad tan temprana con el aprendizaje y consecuentemente haya muchos fracasos escolares, concepto que ni los propios centros saben lo que hay detrás.
Si un profesor entra en clase metiendo prisa, la sensación que va a transmitir al alumno va a ser de incomodidad, por lo tanto ya estamos asociando algo negativo al estar en clase, ni si quiera aprendiendo. Además, a los profesores se les suele escapar en medio de la explicación la palabra pau, algo que a nosotros solo nos hace ver un examen con cosas nuevas que no se van a cubrir o si (depende de nosotros, como los profesores dicen), más las pasadas (que se nos han olvidado porque los profesores nos dicen que los fin de semanas nos borran la memoria). ¿¿¿qué hacemos los alumnos al llegar a casa??? ¿me pongo a estudiar algo que ya he dado, o algo que no voy a dar porque no nos da tiempo? ¿me pongo a mirar el tiempo que me queda hasta selectividad o repito la misma palabra hasta que se me seque la boca?
Como he dicho antes, somos espejos, tanto en la manera de aprender como de actuar, por lo tanto sería lógico que nos hiciéramos estas preguntas al llegar a casa ya que es lo que los profesores nos hacen pensar.
Por otro lado, he dicho que aprendemos como si fuéramos espejos. Esto quiere decir que si en una clase, el profesor sale a la pizarra, hace esquemas (esquemas, no escriben la biblia en la pizarra y le llaman esquemas) y lo va explicando, al alumno le saldrá natural hacer esto mismo. Mientras que si el profesor está en su silla explicándolo (mucho más cómoda que la de los alumnos) y el alumno en la suya, el alumno acabará tomando el libro ya que la explicación del profesor no le ha valido. ¿porqué no le ha valido, si es una explicación igual que la del primer profesor? no.
La neurociencia explica que tanto la distribución de las clases como cómo se comporte el profesor son factores que determinan como de fácil será seguir las explicaciones (por lo tanto, entenderlas). Con esto me refiero a si por ejemplo, la clase está colocada de tal manera que unos alumnos se estén dando la espalda a otros, la comunicación se perderá, factor importante en el aprendizaje que luego explicaré. Otro ejemplo es que si por ejemplo, los alumnos están con los ordenadores contra la pared en vez de mirando al profesor, están perdiendo la facilidad de poder aprender a la vez que ellos también lo van haciendo.
Y como iba a explicar, si un profesor está en movimiento, te mira a los ojos, escribe en la pizarra conceptos no es lo mismo que si está leyendo del libro y sentado en su silla. Las diferencias son las siguientes:
1. En la que el profesor está en la silla, tu puedes estar mirando al libro sin leer (pensando en la imagen que viene al lado del texto), mientras que si está en movimiento y te mira, te involucra en lo que está explicando.
2. Es mucho más fácil de recordar algo siempre y cuando recordemos la clase y veamos en la pizarra dibujada la nube que el profesor dibujó tal día mientras que si está sentado en la silla como mucho podremos diferenciar la camiseta que llevaba el profesor aquel día.
En el ejemplo en el que el profesor está involucrando al alumno, está estimulando al alumno a aprender, por lo tanto (como explica la neuroeducación) ese aprendizaje será mucho más permanente que aquel en el que el profesor te ha hecho aprender lo que venia en el libro "bulimicamente".
La respuesta por lo tanto, al titulo de la entrada es no.
Creo que se debería cambiar totalmente la forma de enseñar, haciéndolo todo más práctico y menos teórico.
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